El club de los invisibles

Simón era un niño tranquilo al que no le gustaba destacar. Prefería sentarse en la última fila, donde nadie lo notara, y creía que su vida en la escuela sería más fácil si simplemente no lo veían. A veces sentía que era invisible, pero no le importaba… o al menos eso creía.

Lucía, por otro lado, siempre estaba rodeada de amigos. Era la niña más extrovertida de la clase y parecía tenerlo todo. Sin embargo, detrás de esa sonrisa, Lucía llevaba una carga invisible: la necesidad de ser perfecta. Sentía que si un día dejaba de ser la chica siempre alegre y responsable, sus amigos no la querrían tanto.

Un día, Simón notó algo extraño. Después de clase, cuando todos se habían ido, encontró un pequeño papel pegado debajo de una silla. Estaba arrugado y decía: '¿Te has sentido invisible hoy?'. Intrigado, Simón siguió buscando más papeles en otros lugares de la escuela. A lo largo de la semana encontró otros mensajes ocultos, como: '¿Alguna vez quisiste desaparecer?' y '¿Qué harías si pudieras ser tú mismo, sin miedo?'. Finalmente, encontró uno que lo sorprendió: 'Reunión secreta – sábado a las 4 p.m. en el árbol grande del patio'.

Simón no estaba seguro de qué hacer. Dudaba entre ignorar el mensaje o ir, pero su curiosidad fue más fuerte. El sábado por la tarde, llegó al árbol del patio con el corazón acelerado. Allí, para su sorpresa, estaba Lucía, junto a otros tres niños que Simón nunca había notado en la escuela.

Lucía lo miró y sonrió. '¿Tú también te sientes invisible?' preguntó, sorprendida de ver a Simón.

'Sí... a veces. Aunque no lo parezca, ¿verdad?' contestó Simón. '¿Y tú? Pensé que lo tenías todo... amigos, buenas notas...'.

Lucía suspiró. 'Es lo que todos creen. Pero ser la chica perfecta todo el tiempo es agotador. Nadie ve cómo soy en realidad'.

Los demás niños también compartieron sus historias. Cada uno, a su manera, se sentía invisible. Algunos eran callados como Simón, otros populares como Lucía, pero todos compartían el mismo sentimiento de no ser vistos por quienes realmente eran.

El grupo decidió llamarse 'El club de los invisibles', y cada sábado se reunían en secreto bajo el árbol. Hablaron de cómo, aunque parecieran diferentes, todos tenían miedos similares. Pero algo cambió después de unas semanas. El club no solo les ayudaba a hablar, sino que les daba la valentía de enfrentarse a sus miedos.

Simón se animó a levantar la mano en clase por primera vez, a pesar de que siempre había tenido miedo de equivocarse. Lucía, por su parte, comenzó a decir 'no' cuando no quería hacer algo, sin miedo a lo que los demás pensaran. Los otros niños también encontraron pequeñas maneras de mostrarse tal como eran.

Con el tiempo, el club dejó de ser un secreto. Los niños empezaron a invitar a otros compañeros que también se sentían invisibles. Al final, el club se convirtió en un lugar donde todos podían compartir sus pensamientos y aprender a ser valientes, no solo para los demás, sino para ellos mismos.

Simón ya no se sentía invisible, y Lucía descubrió que no necesitaba ser perfecta para que la quisieran. Los dos, junto con sus nuevos amigos, aprendieron que mostrarse tal como eran, con miedos y todo, los hacía más visibles y fuertes de lo que nunca habían imaginado.

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