El misterioso ratón acróbata

Había una vez un pequeño ratón llamado Rolo que vivía en una acogedora madriguera en el viejo granero de la granja de los Hernández. Aunque a simple vista parecía un ratón como cualquier otro, Rolo tenía un secreto muy especial: era un acróbata increíble. Todas las noches, cuando todos dormían, Rolo se deslizaba por las vigas del granero, haciendo saltos mortales y piruetas en el aire que dejarían sin aliento a cualquiera.

Rolo había aprendido sus habilidades acrobáticas observando a las golondrinas que anidaban en el granero. Veía cómo volaban con gracia y elegancia, y decidió que él también quería ser así de ágil. Cada noche, practicaba en silencio, saltando de un lado a otro, hasta que sus movimientos se volvieron tan precisos que podía deslizarse por la cuerda de la lámpara sin hacerla oscilar ni un poco.

Una noche, ocurrió algo inesperado en la granja. Los humanos trajeron un gato nuevo para cazar a los ratones. Este gato, llamado Fierro, era muy astuto y ágil. Rolo sabía que tenía que tener mucho cuidado, o podría ser atrapado. Pero en lugar de asustarse, decidió usar sus habilidades acrobáticas para mantenerse a salvo. Esa noche, mientras Fierro patrullaba el granero, Rolo comenzó a realizar su mejor acrobacia justo por encima de la cabeza del gato.

Fierro, con sus ojos afilados, no dejó de observarlo. Esta vez, en lugar de marearse, saltó y comenzó a perseguir a Rolo con una rapidez sorprendente. Rolo intentó escapar saltando de una viga a otra, pero Fierro estaba cada vez más cerca. Finalmente, en un salto desesperado, Rolo se quedó colgando de una cuerda, y Fierro, con un movimiento ágil, lo atrapó entre sus patas. Rolo temblaba de miedo, pensando que todo había terminado.

Sin embargo, algo inesperado sucedió. Fierro lo miró fijamente durante unos segundos y, en lugar de hacerle daño, lo dejó suavemente en el suelo. "Nunca había visto un ratón como tú", dijo Fierro con admiración. "Eres increíblemente hábil. No quiero hacerte daño; quiero aprender a ser tan ágil como tú". Rolo, sorprendido, respiró aliviado y sonrió. "Podría enseñarte algunos trucos", dijo tímidamente. "Podríamos practicar juntos todas las noches, si quieres". Fierro, encantado con la idea, aceptó de inmediato.

Desde entonces, cada noche, Fierro y Rolo se reunían en el granero para entrenar juntos, convirtiéndose en los mejores amigos. Con el tiempo, su amistad se volvió tan fuerte que Rolo y Fierro se cuidaban mutuamente. Rolo le enseñó a Fierro a moverse con elegancia y rapidez, mientras que Fierro protegía a Rolo de cualquier peligro que pudiera acechar en la granja. Así, el misterioso ratón acróbata y el astuto gato se convirtieron en una pareja inseparable, demostrando que, a veces, incluso los más inesperados pueden ser los mejores amigos.

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